domingo, 5 de abril de 2009

Noches árticas

Me mirabas temblando con carita de pena y pronunciabas un costoso y forzado te quiero mientras mi corazón se desfragmentaba por momentos pues no podía soportar la presión de una noche ártica en mitad de un árido desierto como aquella. No servían abrigos, era un frio diferente quizás insostenible, quizás como el amor cuando se agota, quizás como la vida a veces, pero aun así me sudaban las manos y el cuerpo entero. Mi cabeza se mantenía en blanco, no pensaba, pero mi corazón lo tenía muy claro y aprovechó la huida de los pájaros helados y la congelada primavera para pronunciar yo también te quiero.

No hay comentarios: