lunes, 13 de abril de 2009

La realidad

El amor es un cuchillo con un filo
entre un te quiero y un te odio.
Me dijiste mientras apretabas
con dureza aquella cucharilla.
Vinieron días de lluvia
y naufragué en tormentas
donde no veía el sol,
pero ante la adversidad,
ante el horrible silencio,
me acerqué al diván
y recuperé mi polvoriento cuaderno
donde devoré hojas y hojas
que en otros tiempos habían sido
antídoto perfecto para curar heridas.
Ahora no era suficiente,
necesitaba algo más.
No era compañía en viejas esquinas ,
mugrientos recovecos de la ciudad,
ni alcohol para olvidar
pues la amnesia trae efectos secundarios.
Era, era, nadie lo sabe pero
en una botella vacía
arrivó la calma
y me acerco a probar
el dulce azúcar de tu cuerpo,
savia que me trajo de nuevo
a la vida
tras días arrastrándome
por el subsuelo
de altas cuestas
y calles empinadas.
Rocé al demonio con mis labios
pero era tan doloroso y abrasivo
que preferí evadirme,
mantenerme al margen del intenso fuego.
El éxtasis no me hizo alcanzar el cielo,
ni ver a un dios en el que no creo,
pero al menos me hizo rozar
la realidad con la suela de mis zapatos

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