viernes, 15 de mayo de 2009

Goodbye Mr Lenin.

El oro se perdía en la empalizada del frente ruso cuando caía aquel maravilloso telón de acero que dejaba atrás el arduo y áspero invierno moscovita para la llegada de la primavera. El trabajo ya estaba hecho, habíamos conseguido hacer triunfar la revolución, la llegada de la utopía era cuestión de segundos pero de repente algo se nubló en mitad de la floración, de lo verde, del fulgor de las abejas. Cayó el panal, marchito el rosal y la utopía se hundió en aquel mar que algunos llamaron Goodbye Lenin. Dentro se sumergía un submarino que solo proyectaba misiles de demagogias, de praxis inconclusas, de aforismos lingüísticos, al fin y al cabo de comunismo verdadero. Y claro, aquel año como es obvio, no tuvimos ni verano, es mas atentaron contra la primavera y vivimos en un invierno constante más duro que aquellos años en Chernóbil. Afortunadamente encontramos un botón rojo que ponía en mayúsculas: No tocar, y nosotros muy astutos, agiles al farol, nos miramos con cara de póker y sin pensar presionamos y joder en la hora que lo hicimos. Nos tragamos uno a uno cada uno de los desquebrajados pedazos en los que se había convertido el mundo. Entonces para más inri vino un loco a aguarnos aun más la fiesta y lo llamó nihilismo.

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