Ángel González en el metro
declama versos de su ciudad cero.
Una bandera cae en la trinchera,
otra impone el miedo en el planeta.
Abuelo, los americanos no vinieron
Marshall dejó un regusto amargo en nuestros cuerpos.
Luché en una batalla por la paz
y solo conseguí eximir a mi pais de la libertad.
Lo siento, abuelo me declaro culpable
sino te gusta el cuento, dime que lo acabe.
Tu hija lloraba desconsolada
yo partía en un tren de madrugada.
Hambre, lágrimas, sangre y charcos
era la rutinaria vida del soldado.
Madres que nunca cesaron de llorar
mujeres que se cansaron de esperar.
Hijos que encierran sus recuerdos en fosas
miles de muertes olvidadas por la historia.
Nieto me suena este cuento, para
a veces es mejor acordarse de olvidar esta batalla.
Y así fue como el abuelo se fue llorando desconsolado por recordar fantasmas del pasado y el nieto se fue orgulloso por un cuento a su abuelo haberle contado al contrario de lo que generalmente solía haber pasado.
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