Negaré hasta la evidencia
que tus lágrimas estaban secas de dolor
pues demuestras con tu presencia
que tu rostro era el desierto de la desolación.
Sin oasis, pidiendo clemencia
altanero, nuestro ego se murió
perdimos el don de la clarividencia
y el más dulce de tus pecados se convirtió,
en un sinsabor
amargo como tus últimos besos
trsite como tu último adiós
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