La noche es seca,
corta como el filo de un cuchillo
y es capaz de helar las teclas de mi máquina.
Ven cuando quieras,
llévame contigo si te place.
No tengo miedo,
no mordí la fruta del pecado
si eso excluye haberte amado.
Cuando miro al cielo
solo veo nubes
y cuando agacho la cabeza
podrida miseria.
¿Dónde estás?
Preséntate,
dime quien eres
y -si quieres- llévame.
No tengo miedo,
quedaron mis palabras,
elixir oculto enredado en mi alma.
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