Cogí de la mano al mar
y empecé a beberlo.
Con un tenue suspiro
supe que estaba enfermo
de melancolia.
Desee que se truncara el alba,
se deshicieran las dunas,
y que la luna se equivocara de parada
por si el sol se pasaba de estación.
Entonces, solo en ese momento
surgió el prófugo candor
en dos cuerpos cuya piel,
sólo conocía la soledad.
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